¡OSO SE HA PERDIDO!

"Oso" llegó a nuestras vidas gracias a que somos padres primerizos y estábamos aprendiendo a salir de casa con un bebé recién nacido. Fuimos a almorzar como cualquier otro domingo y a mitad del almuerzo, nos percatamos de que no traíamos nada con que entretener a mi pequeña, así que papá fue al auto para ver si de casualidad había uno ahí, al no tener éxito en su búsqueda compró un oso de peluche color morado, este oso se volvió parte de la familia, a donde fuéramos el iba con nosotros.

MaJo tenía la manía de chuparle uno de los brazos, era su objeto de apego, todo lo hacían juntos. Habló en pasado porque Oso ya no esta con nosotros, OSO SE PERDIÓ. No era la primera vez que se perdía, pero si la última y definitiva. Por más que lo intentamos, no pudimos regresarlo a casa. 
Después de esta breve introducción podrán comprender la tragedia que fue para nuestra familia dicho acontecimiento. 
Lo peor fueron las primeras dos semanas, mi pequeña no podía dormir, lloraba y pedía que lo fuéramos a recuperar. En mi desesperación le pedí a su miss que hablara con ella, le di el oso de repuesto que estaba guardado para una ocasión como esta, pero nada funciono, ella seguía queriendo a su oso.

A partir de la tercera semana nuestras horas de sueño  regresaron a la normalidad, pero seguía pidiendo que lo recuperáramos. Cada vez que pasábamos por el lugar de los hechos, decía: "Ahí perdí mi oso,  pero lo vamos a recuperar".

Por ahora estamos en la etapa de la resignación, pero no del olvido. Aún recuerda donde dejó su oso y de repente juega con el repuesto, pero ningún otro juguete a tomado su lugar.